En Armenia, los yezidíes, una minoría étnica originaria de Mesopotamia, enfrentan una discriminación histórica que afecta a su lengua, cultura y derechos humanos. Sashik Sultanián, activista y fundador del Centro Yezidí para los Derechos Humanos, fue perseguido por su activismo, llegando a enfrentarse a cargos de ‘incitación al odio’. La comunidad yezidí ha sido históricamente ignorada y estigmatizada, con estereotipos sobre su identidad, y su lengua kurmanyí no es reconocida oficialmente. Sultanián denunció que, aunque se imparten clases de kurmanyí en algunas escuelas, el alfabeto en uso no es el adecuado, y su gente se siente atrapada entre la falta de apoyo gubernamental y la presión social para no diferenciarse demasiado de los armenios. La construcción de un templo yezidí en Ereván, aunque simbólica, no parece resolver los problemas estructurales de la comunidad. Mientras tanto, muchos yezidíes, como Jundi Jundoyán, siguen luchando por mantener viva su identidad, a pesar de las adversidades y la emigración constante de su gente hacia Rusia.
Título original: «Fuego» se escribe agir para los yezidíes
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