Foto: El País

Durante mucho tiempo se ha considerado que la enseñanza era una conducta exclusivamente humana, comparable a la fabricación de herramientas. Sin embargo, investigaciones recientes en etología han demostrado que diversos animales también poseen comportamientos orientados a facilitar el aprendizaje de otros individuos. Este fenómeno se estudia bajo un enfoque funcionalista, definido por Caro y Hauser en 1992, que considera enseñanza cualquier acción de un individuo experimentado que modifica su conducta frente a un aprendiz, con un coste para el primero y un beneficio observable para el segundo. Ejemplos notables incluyen a las madres guepardo que permiten a sus cachorros practicar la caza de gacelas de forma segura, hormigas europeas Temnothorax albipennis que guían a otras en la búsqueda de alimento mediante señales táctiles y ritmo controlado, y suricatos que enseñan a sus crías a cazar escorpiones siguiendo un proceso progresivo que minimiza riesgos. Además, las gallinas han demostrado enseñar a sus polluelos a diferenciar alimentos buenos de los perjudiciales mediante señales sonoras y físicas, ajustando su comportamiento según la respuesta de las crías. Estos estudios muestran que la enseñanza animal no depende de la inteligencia elevada de la especie, sino de la necesidad de supervivencia y cooperación dentro de su entorno. El reconocimiento de estas conductas desafía los prejuicios antropocéntricos y amplía nuestra comprensión de la evolución y aprendizaje en el reino animal.

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Título original: Suricatas cooperativas, hormigas guías y gallinas monitoras de comedor: los animales también enseñan

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